Las mujeres de Bogotá se conectan con la naturaleza
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Última actualización el Martes, 27 Febrero 2018 12:35
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Publicado el Martes, 27 Febrero 2018 12:35
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En Bogotá se realizan de manera bimensual las caminatas Mujer ambiente y territorio organizadas por la Secretaría Distrital de Ambiente con el apoyo de la Secretaría Distrital de la Mujer. Este es un espacio para promover la apropiación, disfrute y cuidado de la naturaleza por parte de las mujeres.
En el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera se dieron cita un grupo de mujeres, quienes se dispusieron a disfrutar de uno de los espacios verdes de la capital. A las 8:30 de la mañana del 23 de febrero, el frío capitalino estaba acompañado de una suave neblina que se iba diluyendo con los incipientes rayos del sol. Esta fue la séptima caminata con enfoque de género que se realizó en Bogotá a la que han asistido más de un centenar de mujeres.
Una de las paradas fue en un árbol de Arrayán cuyas hojas eran usadas por las indígenas para limpiarse los dientes, también las masticaban como energizante natural para las largas travesías por la sabana. Claudia Sánchez, una de las asistentes mencionó, “uno desde la selva de cemento no se adentra a coger amor a la naturaleza a toda la historia del agua, a ver tanto verde”.
Las caminatas Mujer ambiente y territorio son una de las estrategias para promover el derecho de las mujeres al hábitat y a la vivienda digna consignados en el Plan de Igualdad de Oportunidades para la Equidad de Género. De esta manera las ciudadanas ejercen el derecho al uso y goce del territorio.
El sonido del agua del Río Arzobispo permitió recordar a las ancestras Muiscas para quienes este líquido era sagrado. Según las crónicas, las mujeres indígenas iban al río a dar a luz a sus hijas e hijos y el frío del agua hacía soportables los dolores del parto. Posteriormente, la madre volvía con su bebé, le cortaba un mechón de pelo y se lo entregaba al río como muestra de agradecimiento. Estas memorias permiten reflexionar sobre la importancia del agua y cómo nuestros antepasados cuidaban y adoraban al líquido dador de vida.
Para Alexandra Murcia, el hecho de conocer la historia y el contexto del lugar fue muy enriquecedor, “me gustó que no solamente era la caminata, sino también se habló sobre el contexto del sitio, del origen y la evocación de muchos datos sobre la cultura ancestral”.
Más adelante, el grupo se detuvo en el monumento a Rosa Elvira Cely, un triste recordatorio de cómo la violencia machista impacta la vida de las mujeres hasta causarles la muerte. Una de las participantes leyó el poema que escribió la hija de Rosa Elvira, ¡Ni una rosa más!, y la tristeza se apoderó del grupo. Viviana Ducuara de la Secretaría Distrital de la Mujer reflexionó sobre la importancia de prevenir y sancionar todo tipo de violencia contra las mujeres.
A medida que avanzaba la caminata el terreno se iba haciendo más escarpado, el grupo atravesó la Avenida Circunvalar y siguió el ascenso. El punto más alto de la jornada fue el Monumento al Silencio, un laberinto de concreto que genera una sensación ambigua entre el encierro y la libertad de ver, desde las alturas, una panorámica de Bogotá.
El guía pidió a las mujeres que se relajaran y entraran en contacto con la naturaleza mientras leyó un fragmento de un texto en el que se explicaba por qué el río Amazonas recibe este nombre. El explorador español Francisco de Orellana, aseguró haberse encontrado con unas guerreras indígenas durante una de sus travesías, a quienes comparó con la leyenda griega de las amazonas. Si bien hay muchas dudas históricas sobre este encuentro, lo que permite corroborar el relato es que las mujeres han sido aguerridas, luchadoras y valientes a lo largo de la historia.
Néstor Bernal, educador por territorios de la Secretaría Distrital de Ambiente hizo una invitación a las ciudadanas para que participen en estas de actividades: “la capital ofrece muchas alternativas para que conozcan las bondades naturales que tenemos, les invitamos a que inviertan su tiempo en recorrer los ecosistemas, los humedales y los cerros orientales. De esa manera pueden aportar al cuidado de los espacios naturales y de paso disminuyen sus niveles de estrés”.
La jornada terminó con el descenso. Las participantes se comprometieron a regresar a este tipo de espacios para deleitarse con la naturaleza y para ejercer su derecho al disfrute pleno de las áreas naturales por parte de las mujeres en Bogotá.
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