Conmemoración Día Internacional del Trabajo Doméstico
Publicada el 21 de Julio de 2014
El 22 de julio, se conmemora el Día Internacional del Trabajo Doméstico, convirtiéndose en una ocasión para la reflexión sobre lo que representa en el sistema de reproducción social el trabajo doméstico remunerado y no remunerado. Trabajo que ha sido asignado como “natural” a las mujeres, siendo una actividad inscrita en la división sexual y social del trabajo, propia de espacios privados, como uno de los trabajos que aun produciendo bienes y bienestar es subvalorado, no formalizado y mal remunerado.
En el marco del segundo “Encuentro feminista Latinoamericano y del Caribe” que se realizó en 1983 en Lima-Perú, se declaró el 22 de julio como Día Internacional de Trabajo Doméstico, con el objetivo de hacer visibles, reconocidas y valoradas social, económica y políticamente a las personas que dedican su tiempo a este trabajo.
En la actualidad el trabajo doméstico en el propio hogar no se remunera económicamente, no tiene compensación, ni horario definido y requiere disponibilidad permanente. El trabajo doméstico remunerado, se ubica en la más baja escala de salarios con jornadas laborales extensas, en muchos casos sin reconocimiento de aportes a la seguridad social, largos desplazamientos hasta el sitio de trabajo y sin reconocimiento de descanso remunerado.
En Colombia con la Ley 1595 de 2012 se ratificó el convenio - C 189 de la Organización Internacional del Trabajo –OIT, que define el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos y señala el cumplimiento de las condiciones adecuadas de información, equidad, respeto a la dignidad, a los derechos, ambientes adecuados y sin riesgos, remuneración, jornadas definidas de trabajo, compensación de horas extras, periodos de descanso diarios y vacaciones anuales pagas. En el año 2013 adicionalmente se reglamentó la afiliación obligatoria a Cajas de Compensación Familiar y aporte para riesgos profesionales, según el número de días trabajados para las y los trabajadores domésticos.
La reflexión y actuación para la valoración del trabajo doméstico debe centrarse tanto en transformaciones de los imaginarios y prácticas cotidianas, como en decisiones de política, teniendo en cuenta que el trabajo doméstico genera valor y crea riqueza en beneficio de toda la sociedad.
La economía tradicional sustenta la subvaloración del trabajo de cuidado y doméstico; no lo incluye como un factor en las cuentas, ni en los índices de calidad de vida, en tanto separa el trabajo productivo (se producen bienes y servicios para el mercado destinados al intercambio o acumulación, y por tanto, su realización es reconocida y valorada económica y socialmente; es trabajo mayoritariamente remunerado y generalmente asociado a la esfera pública) del trabajo reproductivo (cuidado y mantenimiento, no remunerado, realizado principalmente por las mujeres y asociado a la esfera privada)[1].
Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) en Bogotá D.C. hay entre 174.000 y 184.000 mujeres empleadas en el trabajo doméstico remunerado, esto significa que cerca el 95% de las personas ocupadas en el trabajo doméstico remunerado son mujeres[2].
“El 88,4% de las mujeres en Bogotá realizó actividades de trabajo no comprendido en el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) durante un día promedio, dedicando a estas actividades 7 horas y 43 minutos. Por su parte el 70,3% de los hombres realizó estas actividades con 3 horas y 39 minutos de dedicación. Los hombres en Bogotá dedicaron 17 horas y 54 minutos a actividades personales durante un día promedio, por su parte las mujeres de Bogotá dedicaron 17 horas y 33 minutos a estas actividades”[3].
De acuerdo con las caracterizaciones del trabajo doméstico remunerado registradas en el documento “Garantías y derechos para trabajadores y trabajadoras del servicio doméstico”, el trabajo doméstico remunerado es el realizado en forma continua, en jornada completa o parcial, al servicio de una o más personas o de una familia, en tareas de aseo, cocina y asistencia, propias de un hogar. “El componente relativo al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, se refiere a las actividades de mantenimiento del hogar: tareas domésticas como limpieza, cocina, lavado y planchado de ropa, entre otros, que también se pueden interpretar como cuidado indirecto”. [4]
La Encuesta de Uso del Tiempo Libre (EUTL) realizada por el DANE en el 2012 señaló que una proporción mayor de mujeres (88,4%) que de hombres (70,3%) dedica su tiempo a realizar actividades domésticas, relacionadas con la alimentación, el mantenimiento del vestuario, la limpieza de la vivienda, la realización de compras y el cuidado a miembros del hogar.
La mayor cantidad de mujeres que realiza actividades de trabajo doméstico invierte su tiempo en preparar y servir alimentos, llevarles la comida a las personas que habitan el hogar, levantar los platos y lavar la loza, el 66,8% de ellas así lo manifestó, mientras que solo el 28,7% de los hombres dijo hacer lo mismo.
El siguiente grupo de actividades que cuenta con una mayor participación por parte de las mujeres es el relacionado con la limpieza y el mantenimiento del hogar, el 65,6% de las mujeres dijo dedicar parte de su tiempo a realizar este tipo de trabajo, mientras que solo el 40,9% de los hombres manifestó realizarlos.
Las dos modalidades de trabajo doméstico proveen servicios y bienestar a las y los integrantes del hogar, son la base del cuidado y de la satisfacción de necesidades cotidianas, además garantizan la preparación y mantenimiento de la futura fuerza de trabajo (niñas, niños, trabajadoras y trabajadores) y de quienes ya han aportado su fuerza de trabajo laboral (personas mayores).
El estado aun no ofrece infraestructura de servicios adecuados para reducir la carga de trabajo y la pobreza de tiempo de las trabajadoras domésticas, impidiendo efectivamente mejorar las condiciones de calidad de vida, el autocuidado, el derecho al tiempo libre y la cultura de las trabajadoras domésticas, reduciendo las posibilidades de ampliación del ejercicio como ciudadanas, así como su participación en espacios y organizaciones sociales.
Ha sido a partir de la movilización social y de los compromisos del estado con convenios de OIT y el pacto por los derechos sociales económicos y culturales, así como de las incidencia política de las mujeres en leyes por la equidad de género y la eliminación de las violencias contra las mujeres, que se han tenido avances para poner en la agenda pública los derechos laborales como mujeres trabajadoras y se han generado compromisos sociales e institucionales para avanzar en la dignificación del trabajo doméstico y el reconocimiento de sus protagonistas.
[1] Colinas Lourdes. Economía Productiva y Reproductiva en México. Un Llamado a la Conciliación. Serie Estudios y Perspectivas No 94. Unidad de Desarrollo Social. CEPAL. México. 2008. p. 10
[2] Fuente: DANE. Gran Encuesta Integrada de Hogares. Trimestre móvil marzo-mayo de 2014. Cálculos Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá -OMEG- SDMUJER. Cifras actualizadas a marzo de 2014.
[3] Fuente: DANE Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) 2012. Datos expandidos con proyecciones de población elaboradas con base en los resultados del Censo 2005.
[4] Esquivel Valeria, El cuidado en los hogares y las comunidades. Oxfam. 2013.p. 6