Mercedes Hernández “En el momento en el que la población no considera que una vida debe ser protegida, se convierte en una vida prescindible, una vida por la que nadie va a llorar, por la que nadie va a luchar”
Mercedes Hernández, es investigadora de la violencia sexual y el feminicidio como arma de guerra; ha sido profesora de prestigiosas universidades iberoamericanas como las de San Carlos de Guatemala, la Universidad Complutense de Madrid y el Instituto de Ciencias Políticas de Burdeos.
Como activista, ha sido parte de las comisiones de denuncia e investigación de la violencia feminicida en los conflictos armados, actualmente se desempeña como Secretaria General del Lobbie Europeo de Mujeres Migrantes LOBBIEMM y es presidenta de la Asociación de Mujeres de Guatemala AMG.
Hoy, destacamos su presencia en Colombia como conferencista en el XVII Congreso Internacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, que se realiza del 15 al 19 de septiembre en Bogotá.
En entrevista para la Secretaría Distrital de la Mujer habla sobre el feminicidio así como de la responsabilidad compartida entre la sociedad y el Estado para acabar con este flagelo.
¿Cuál es el objetivo de su participación en el XVII Congreso Internacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses en Bogotá?
El objetivo de mi participación es compartir un poco del análisis sobre feminicidio para seguir profundizando sobre la categoría de tipo penal en Colombia y hablar acerca de las experiencias de las mujeres en el postconflicto, como tema relevante en el escenario actual que vive Colombia y por el futuro que le espera. Además una referencia de cómo están enfrentando las mujeres las violencias por motivos de género en otras partes del mundo.
Según su experiencia, ¿cuál es la diferencia o la similitud entre Guatemala y Colombia en los casos de feminicidio?
En todas las situaciones de la violencia sexual y de la violencia feminicida en el escenario de conflicto armado hay muchos paralelismos. El objetivo central de llevar a cabo un feminicidio es la desestructuración por medio del ataque al cuerpo político colectivo del Estado a través de los cuerpos individuales de las mujeres, eso es común en los conflictos armados en donde se sistematiza y se protocoliza la violencia contra las mujeres. Colombia y Guatemala no salen de esa dinámica, son países que además están inmersos en otras modalidades de feminicidio y otras formas de violencias con altísimas tasas, entre las que se encuentra la más conocida, que es la violencia de pareja.
La violencia feminicida de pareja y como arma de guerra, son dos constantes que encontramos en ambos países a lo largo del conflicto armado, reciclándose una a otra sistemáticamente.
¿Cuáles son las diferencias entre los asesinatos de mujeres y de hombres?
A las mujeres se les asesina por lo que son y a los hombres generalmente se les asesina por lo que hacen. En el escenario del conflicto armado a la mayoría de los hombres se les asesina por ejemplo porque pertenecen a un grupo considerado enemigo, pero las mujeres son parte de la población civil, desarmadas, no combatientes que tendrían que estar lejos y no ser objetivo en el conflicto.
En las grandes ciudades donde no se está viviendo la violencia del conflicto armado, se cometen feminicidios por el mismo motivo, desestructurar el tejido social, porque de una u otra manera la violencia contra los cuerpos de las mujeres es una violencia que por la estructuración de la familia heteropatriarcal se constituye en una afrenta al honor de esa estructura en su conjunto. Al ser las mujeres las depositarias de ese honor familiar o comunitario, se convierten en blanco de los ataques enemigos.
¿Cómo se puede enfrentar y acabar el flagelo de los feminicidios?
La herramienta central y menos costosa para el Estado es la prevención. Cuando una mujer es asesinada, el Estado ha fracasado en esta labor de prevención, porque está obligado a prevenir la violencia contra las mujeres.
Cuando el asesinato ya se ha cometido, lo siguiente es la lucha contra la impunidad, porque esta lanza varios mensajes terribles, como por ejemplo que la violencia contra las mujeres es aceptable y que se puede hacer lo que se quiera con los cuerpos de las mujeres, puesto que no va a tener que rendirse cuentas por ello.
¿Es importante conocer las cifras de asesinatos a mujeres?
Es indispensable conocer las cifras de cuántos asesinatos de mujeres se presentan y en qué modalidades. Todo lo que se pueda saber sobre formas de violencias contra las mujeres que son sistémicas son indispensables.
No hay manera de determinar que una violencia es generalizada o sistemática si no es a través del análisis del impacto numérico, aunque el impacto numérico no es lo único que se debe tener en cuenta, es esencial que de este se deriven múltiples análisis desde diferentes disciplinas o enfoques.
No se puede prescindir jamás de conocer los datos reales del impacto del feminicidio en cualquier población.
¿Cuál es el papel que tienen los medios de comunicación frente al feminicidio?
Es central el papel de los medios de comunicación, siempre que se haga bien. Lamentablemente estos no se han caracterizado por develar la realidad de una manera que no estigmatice a las víctimas.
El estigma es una herramienta esencial para que las mujeres dejen de ser un bien jurídico protegido. En el momento en el que la población no considera que una vida debe ser protegida, se convierte en una vida prescindible, una vida por la que nadie va a llorar, por la que nadie va a luchar, una vida por la que no se hacen reclamos a la sociedad y al Estado sobre la responsabilidad que existe para prevenir y sancionar los ataques que se puedan perpetrar en contra de las mujeres.
¿Cómo fue la experiencia de justicia paz y reconciliación para las mujeres en Guatemala?
En Guatemala es ejemplar y digno de observarse y seguirse el papel trascendental desempeñado por las organizaciones de mujeres y las organizaciones feministas. Han sido realmente las únicas interesadas en que los tres pilares de la justicia transicional (justicia, paz y reconciliación) fueran transversalizados con perspectiva de género. Son las que están impulsando los procesos de acceso a la justicia de las mujeres y quienes con su trabajo de treinta años han logrado la recopilación de las memorias de las mujeres víctimas en el conflicto armado.
¿Cuáles son los retos en el abordaje del feminicidio en el marco del posconflicto?
Los retos de las violencias contra las mujeres en el marco de la justicia transicional, giran en torno a los pilares de la verdad, la justicia y la reparación como fórmula contra la impunidad del feminicidio.
A lo largo de las concepciones científicas que se han hecho sobre los tres pilares, es clamorosa la ausencia del enfoque de género. Allí, una vez más las feministas han puesto sobre la mesa que hay que conocer las voces de las mujeres para la consolidación de la paz, porque sin ellas la historia seguirá mutilada y desdibujada.
Si no se cuenta la historia de las mujeres en el proceso de verdad, no puede hablarse de justicia. Se necesita reparar de una manera integral no con vocación restitutiva, sino con vocación transformadora.