Diversos estudios han considerado la Trata de Personas como una expresión contemporánea de la esclavitud en tanto degrada a las personas a una condición de mercancía. El Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, ratificado por Colombia, constituye uno de los principales instrumento jurídicos a nivel internacional y define la trata como:

“La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.”

En Colombia, la Ley 985 de 2005, establece: “[...] se entenderá por explotación el obtener provecho económico o cualquier otro beneficio para sí o para otra persona, mediante la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre, la explotación de la mendicidad ajena, el matrimonio servil, la extracción de órganos, el turismo sexual u otras formas de explotación".

Estos fines de la explotación sugieren precisamente, que existen distintas modalidades de trata de personas que van mucho más allá de la explotación de la prostitución ajena –aunque sea esta la más conocida-, y que incluye, entre otros: turismo sexual, pornografía y otras actividades sexuales forzadas; el ejercicio de cualquier labor por parte de una persona, en donde es sometida a tratos inhumanos en su trabajo como por ejemplo al encierro, amenazas, maltrato y jornadas laborales excesivas por una mínima o ninguna retribución económica; la explotación laboral y/o sexual de un miembro de la pareja, que implica situaciones de esclavitud, aislamiento, control, violencia física, sexual y reproductiva; la mendicidad ajena y/o la extracción de órganos.

Distintos organismos internacionales, entre ellos la Organización Internacional de las Migraciones, han señalado que: “La trata de personas es un crimen que no es neutral en términos de género y que afecta a las mujeres de manera desproporcionada. No sólo por registrar la mayor parte de las víctimas, incluso en el sector laboral, sino porque las formas de explotación a las que son sometidas suelen ser más severas” (2006).

Las condiciones estructurales de discriminación de las mujeres, constituyen uno de los elementos fundamentales para entender que la Trata de Personas las afecta diferencialmente; las distintas modalidades y los fines con los que son tratadas las mujeres dan cuenta de la persistencia y uso en este delito de la segregación sexual del trabajo, los estereotipos socialmente construidos de las mujeres y los hombres, las desiguales relaciones de poder que les atraviesan y especialmente del uso histórico de la violencia como mecanismo disciplinador de los cuerpos de las mujeres.

Es un compromiso de la Bogotá Humana, avanzar en la visibilización y prevención de cualquier forma de violencia contra las mujeres, incluyendo todas las modalidades de la trata de personas. A través del Sistema Distrital de Protección para Mujeres Víctimas de Violencia –SOFIA-, la SDMujer en coordinación con todos los sectores del Distrito, avanza para que las mujeres víctimas en Bogotá puedan ser atendidas de manera prioritaria incluyendo la garantía de la atención médica y sicológica, el acompañamiento institucional y la asesoría jurídica en todas y cada una de las localidades de la ciudad.

Adicionalmente, la Línea Gratuita Nacional contra la Trata de Personas 01 8000 52 20 20, del Ministerio del Interior, brinda información sobre el delito de Trata de Personas sus modalidades y factores de riesgo y da asistencia a posibles víctimas de este delito.

Todas las violencias contra las mujeres son un delito.
¡Actúa y denuncia! SOFIA te da la mano.