La invitación que hacemos en el marco de esta Semana tiene que ver con politizar la desigualdad y posicionar la idea de que la discriminación, la violencia y la exclusión por razones de diversidad sexual y de géneros afecta de manera diferente a las personas según la asignación racial, étnica, la discapacidad, la ubicación en el territorio rural, etc. Reconocer esa diversidad y desigualdad dentro de la comunidad permitirá fortalecer la puesta en marcha de la Política Pública LGBTI (Decreto 062 de 2014), desde la que debemos seguir impulsando el cambio cultural de imaginarios, estereotipos y prejuicios, asunto central en la búsqueda de Igualdad, pero también que debe poner de manifiesto las diferentes injusticias que afectan a la población de lesbianas, gays, bisexuales, transgeneristas e intersexuales y que son de orden económico como el acceso a la propiedad, a trabajos dignos, a oportunidades de educación y formación, a la participación en la toma de decisiones colectivas, entre otros aspectos.
La Secretaría de la Mujer tiene como misión fortalecer a las mujeres como sujetos políticos individuales y colectivos, de modo que se incentive su participación en la discusión y priorización de sus diferentes necesidades, demandas e intereses, de modo que sean incorporados en planes, programas y proyectos destinados a garantizar el ejercicio de sus derechos y en este sentido, ha asumido el reto de cumplir este objetivo a través de la incorporación del enfoque diferencial en toda su actuación. Para esta Secretaría dicho enfoque es una herramienta de planeación que busca incorporar en el ciclo de las políticas públicas los intereses estratégicos, las demandas y necesidades de las mujeres desde sus diversas experiencias de desigualdad y discriminación, teniendo en cuenta que es necesario implementar medidas para atender las diferencias y desigualdades originadas en la asignación racial, étnica, el sexo/género, la posición económica y social, al igual que las que se originan en condiciones sociales como la discapacidad, la edad, la orientación sexual y la identidad de género, el estado de salud, el lugar de residencia o procedencia y la situación económica y social, entre otras.
El enfoque diferencial que se propone desde esta Secretaría parte del supuesto de que la discriminación, la desigualdad y la violencia son experiencias que no se viven de una manera homogénea por todas las personas, sino que es necesario adoptar una mirada compleja que logre dimensionarlas y permita tomar medidas concretas de igualdad, acciones afirmativas o positivas y de transversalización, que contribuyan a transformar las condiciones estructurales que ocasionan las desigualdades y avanzar hacia la erradicación de las relaciones de poder basadas en la discriminación, segregación y marginación de las mujeres y los colectivos sociales a los que pertenecen.