SUYAY significa “esperanza” en lengua indígena quechua y es el nombre que decidieron darle las niñas, jóvenes y mujeres de la vereda Los Soches, de la localidad de Usme, al grupo de danza y teatro que conformaron hace 4 años.
Iniciaron con clases de danza y con el pasar del tiempo se consolidaron como grupo con el que se han presentado en múltiples oportunidades a nivel local. A partir de los procesos de sensibilización realizados por la Casa de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres, el grupo ha logrado ampliar su mirada frente al sentido político y transformador de la danza y la música.
Desde su inicio este espacio ha brindado a sus integrantes la posibilidad de expresar a través del cuerpo sus sentimientos y pensamientos. Pero no solo eso, sino que los montajes donde se fusiona el baile y el teatro contribuyen al reconocimiento de los derechos de las mujeres, el derecho a una cultura libre de sexismo, a la participación y representación política y a una vida libre de violencias.
Destinar un tiempo para sí mismas, ha sido según ellas, uno de los aprendizajes más importantes, ya que aunque continúan dedicando parte del día a sus labores en el campo y el hogar, en SUYAY encontraron una alternativa para compartir con otras mujeres, aprender de sí mismas, reconocer sus capacidades y logros, además de descubrir la riqueza de la cultura campesina.
Según comenta una de las integrantes del grupo, destinar un tiempo para que las mujeres del campo asistan a los ensayos de baile no es fácil y genera conflictos. Al principio los comentarios no se hicieron esperar y a cada una de las integrantes le inventaron una relación amorosa y los esposos o compañeros no estaban de acuerdo con que ellas bailaran: “Nos juzgaban y querían hacernos pensar que no hacíamos nada, que íbamos a sinvergüenciar y a perder el tiempo, que éramos malas mamás y que pobrecitos los esposos, porque quién les sirve la comida”. No ha sido fácil, incluso unas mujeres se salieron porque los esposos las violentaban físicamente por ir al grupo de danzas”, comenta una de ellas.
A pesar de las críticas que se rumoraban en la vereda, decidieron insistir, resistir y continuar, porque todo lo que ha generado la conformación del grupo evidencia la vigencia de la cultura machista en la ruralidad y la sumisión como conducta deseable con el primer comentario. Vivenciar las múltiples expresiones que impiden a las mujeres ejercer roles no tradicionales está asociado con la persistencia del grupo por mantenerse en esta actividad artística.
El día del ensayo, las integrantes de SUYAY, sin importar la edad, la condición o su trabajo, liberan el tiempo necesario para el encuentro: “Cuando tenemos presentaciones llevamos la maleta con el vestuario para nosotras y también para las hijas e hijos y mientras nosotras bailamos los niños y las niñas están en el escenario”, afirma una de las integrantes del grupo. De esta manera, es probable que ellos y ellas interioricen desde la edad que tienen, que los escenarios privados no son los únicos donde las mujeres desenvuelven sus vidas o se destacan.
Una de los principales retos para el grupo es la consecución de espacios que garanticen el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres a través del arte y el deporte, es por ello que gestionaron la Escuela de Cultura Campesina de Los Soches, que hoy en día es una realidad. En este espacio se comparten saberes y sabidurías en torno a la música, danza, fútbol y otras expresiones propias de la cultura campesina.
“En la cultura están los elementos que conducen a la reproducción y mantenimiento de la inequidad de género y en consecuencia, es desde este orden desde el cual se pueden producir los cambios más significativos”.
Plan de Igualdad de Oportunidades para la Equidad de Género.