Un ensayo para las 12 uvas de Año Nuevo.
Por Drina Ergueta. Publicado en Página Siete de Bolivia, hoy martes 30 de diciembre de 2014. http://www.paginasiete.bo/opinion/2014/12/30/ensayo-para-uvas-nuevo-42585.html
Pocas veces alcanzo a cubrir con deseos las 12 uvas que entusiasta como, en familia, cuando llega la medianoche del 31 de diciembre. Aunque parecen pocos deseos, resulta que son muchos cuando hay que pedirlos a toda prisa, entonces pienso que los desperdicio. Es así que a modo de ensayo he ido enumerando algunos deseos que considero fundamentales y que comparto con ustedes, a ver si a alguien le inspiro, se hace eco y a fuerza de repetirlo se vuelve realidad.
Uno. Que entre quienes mandan haya tantas mujeres como hombres y entre quienes reciben órdenes haya tantos hombres como mujeres. Aquí pediría también igualdad de clases, de etnias, religiones…
Dos. Que haya iguales derechos, obligaciones y responsabilidades entre hombres y mujeres. Que en todos los espacios y actividades haya personas de ambos sexos, y los otros sexos, en igualdad de condiciones.
Que esto se vea en situaciones cotidianas. Por ejemplo, que haya más mujeres al volante, especialmente en el servicio de transporte público; que las mujeres en el deporte tengan tanta importancia como los hombres; que haya hombres haciendo de secretarios, de los que teclean lo que sus jefes les dictan; que haya varones cargando con sus wawas mientras van al mercado, etcétera. Que éste valga por el deseo Tres.
Cuatro. Que las mujeres ganen lo mismo que un hombre por el mismo trabajo.
Cinco. Que se acabe la esclavitud de las amas de casa, que el trabajo doméstico sea compartido y también remunerado, tomado en cuenta como generador de riqueza.
Seis. Que las mujeres tengan derecho sobre su cuerpo, que puedan abortar con todas las garantías para su salud y no se las criminalice. Basta de hipocresías sobre este tema.
Siete. Que sólo haya prostitución voluntaria, sin explotación, y que sea respetada e igual de válida para hombres y mujeres. En tanto no exista de esta manera, que quien haga uso de una persona en situación de prostitución sepa que es muy probable que ella está siendo forzada y que, por eso, él será considerado cómplice de trata.
Ocho. Que los hombres que usan su poder (sea por posición social, jerarquía, edad, fuerza o situación económica) para aprovecharse sexualmente de las mujeres queden incapacitados porque su actuación no sólo es vergonzosa, sino que puede llegar a ser delictuosa.
Nueve. Que un hombre violento encuentre en serlo sólo desventajas sociales, en lugar de aceptación y normalización. Que sea castigado especialmente si aspira o tiene visibilidad pública y poder. Que los maltratadores no puedan ser políticos, autoridades, periodistas, artistas, abogados, médicos, deportistas, curas o profesores, entre otros. Que la fama no los proteja, que no conozcan el éxito para que no puedan ser referentes.
Diez. Que a fin de año haya hombres que manden a su machismo a tomar vientos. Que asuman el sexo como un compartir y no un tomar, que vean a una persona y no a un trofeo. Que no tengan necesidad de mostrar esa hombría retrógrada, que sean capaces de llorar "como niñas”, de hacer labores domésticas, cuidar de sus hijos con demostraciones de amor y también a personas enfermas, de tejer y bordar si les apetece, de tener amigos gay sin tener miedos.
Once. Que encontremos lesbianas, gays y travestis trabajando a la cabeza de ministerios o alcaldías y no nos asombre. Que las monjas den misa y que haya Mama y Papa en la Iglesia Católica.
Doce. Que nuestros líderes políticos, así como lo hicieron con lo indígena, integren en su pensamiento categorías de equidad y de igualdad de género y obren en consecuencia. Que su discurso lo refleje, basta de escuchar barbaridades, y sus acciones lo demuestren.
Más o menos eso sería. No me he olvidado de las violaciones ni de los feminicidios, es que si se cumplen estos deseos se colocarán los cimientos para que estos delitos se reduzcan considerablemente y sería un más feliz 2015.
Drina Ergueta es periodista*
