Persistencia, constancia y creatividad para cambiar el rumbo de la historia y conseguir la paz
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Publicado el Lunes, 20 Abril 2015 15:42
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La Secretaría Distrital de la Mujer rechaza los hechos de violencia que recrudecen las dinámicas del conflicto armado en varias regiones del país, al tiempo que demanda a los medios de comunicación sensatez y análisis en las noticias, y solicita a la ciudadanía madurar la reflexión sobre los acontecimientos con el propósito de preservar el proceso de diálogo que se desarrolla entre el gobierno y la insurgencia, precisamente, para superar una confrontación que continúa sumando víctimas.
Organizaciones de mujeres diversas que trabajan por la paz, han expresado de múltiples maneras su respaldo al proceso que se adelanta en La Habana y denunciado sin descanso las persistentes violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario, en campos y ciudades, en el marco de la guerra. En este momento, sus voces se alzan para exigir, nuevamente, el avance en los acuerdos, continuidad de la tregua decretada por las FARC y no efectuar bombardeos sobre la zona rural del Cauca y otros lugares en conflicto, por el impacto de estos medios sobre la población no combatiente.
Especialmente en coyunturas como esta, en la que ganan terreno la desesperanza y el deseo de venganza, quienes confiamos en que la paz es posible, nos preguntamos ¿cómo contribuir a lograr el fin de esta guerra para vivir en civilidad la tramitación de los diversos conflictos propios de la vida en sociedad?
Un primer paso es des-idealizar la paz. Entender que mientras persista la decisión gubernamental de dialogar en medio del conflicto, los actos de guerra, son hechos posibles y circunstanciales si bien no deseables. Cambiar el rumbo de una historia recurrente de violencia armada requiere persistencia, constancia y creatividad.
Por eso, es un imperativo ético, escuchar las voces de las mujeres en su demanda de cese al fuego bilateral y de celeridad en lograr acuerdos definitivos; también lo es acoger sus propuestas para entender y asumir la paz como un proceso de construcción permanente.
Mientras esto sucede, las mujeres continuaremos actuando en diversas dimensiones: reconocer que cultivar la voluntad por des-escalar la guerra es un valor ético que compromete a toda la sociedad, lo cual implica realizarlo también desde nuestra cotidianidad, resistiendo a los llamados belicistas, desestimando el deseo de venganza y alimentando todo tipo de prácticas que aporten a garantizar el derecho a vivir sin violencias, en medio de las diferencias.
Las lógicas de la guerra asechan la vida diaria, en un contexto en el que se ha naturalizado la eliminación física o simbólica del contrario como recurso para dirimir los desacuerdos. Por ello es necesario desaprender la guerra como eje estructurante de nuestros comportamientos, desarmar la palabra, el gesto, la opinión y la acción sobre nuestros contradictores.
Otra alternativa es la acción colectiva organizada, como ejercicio político encaminado a incidir en las decisiones del Estado y de otros actores políticos y actoras políticas con posibilidad de decisión sobre la paz.
Este es un buen momento para las alianzas, los pactos, las iniciativas generadoras y movilizadoras de opinión a favor de la construcción de paz y la firma de los acuerdos que la hacen viable.
Para terminar y considerando las historias personales y colectivas de mujeres que han dedicado su vida a la construcción de la paz, afirmamos que la participación activa, deliberante y propositiva de las mujeres en las decisiones sobre la paz es imprescindible.
¡Avanzan las mujeres, Avanza Bogotá!