El primero de mayo las mujeres trabajadoras también se movilizan y se expresan por el respeto a la organización sindical, por el mejoramiento de condiciones laborales y reconocimiento del trabajo de cuidado, por la autonomía de las mujeres sobre su cuerpo, sus decisiones y capacidades, sobre su patrimonio.
La historia de las demandas de las mujeres por su reconocimiento como sujetas de derechos en el ámbito público y privado se ha inscrito en la movilización, la organización, como nuevas protagonistas de la producción industrial, demandando la exigibilidad y garantía del derecho a un trabajo digno en condiciones de igualdad.
Una de las causas de la existencia de inequidades y desigualdades entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo, ha sido la distribución de tareas y roles en función del sexo. Esta división del trabajo asumida como natural y reforzada por valores culturales, termina generando una especialización en las tareas realizadas por las mujeres y los hombres: el trabajo masculino se orienta a la producción de objetos y mercancías transables en el mercado, mientras que el trabajo de las mujeres queda oculto en la esfera doméstica, no reconociéndosele valor de cambio, ni su aporte a la construcción de riqueza social. Sólo el trabajo productivo es valorizado debido a su retribución monetaria. El trabajo reproductivo o de cuidado no es remunerado, y se sigue considerando como responsabilidad principal de las mujeres.
Esta división del trabajo genera otras causas que hoy siguen existiendo, convirtiéndose en las grandes brechas para equidad laboral de las mujeres, estas son:
- Menores niveles de remuneración a las mujeres, que tiene un mismo nivel educativo o desempeñan la misma labor que el hombre.
- Contratación asociada a los roles.
- Las mujeres trabajan más que los hombres, asumiendo dobles y triples jornadas.
- Ubicación de las mujeres en las áreas de menor productividad.
- Largas jornadas laborales para las mujeres, sumadas a responsabilidades domésticas.
- Pérdida de derechos laborales incluyendo la no contratación por razones de embarazo, lactancia o por tener personas a cargo.
- El desempleo de las mujeres es mayor al de los hombres.
- Las mujeres se ocupan más en trabajos informales.
- Las mujeres se encuentran más en cargos operativos que en directivos.
Estos factores sumados a la violencia en el mundo del trabajo como son el acoso laboral y sexual, la segregación por edad, etnia, cultura u opción sexual, la segmentación de la oferta en actividades u oficios tradicionalmente mal pagos y la no redistribución de los roles de cuidado y domésticos en el ámbito familiar y como responsabilidad social, indican que las condiciones de igualdad y equidad para las mujeres en el mundo del trabajo son aún un reto.
Avanzar hacia la autonomía económica es un objetivo político y emancipador para las mujeres. La justicia y la redistribución en una sociedad democrática es posible en tanto las mujeres como actoras políticas en ejercicio de una ciudadanía plena, se les garanticen sus derechos, pues la deuda histórica con las mujeres persiste.
Por el derecho de las Mujeres a un trabajo digno y en equidad
¡Avanzan las Mujeres, Avanza Bogotá!