La flibanserina (comercializado como Addyi) es el tratamiento farmacológico para el trastorno del deseo sexual hipoactivo generalizado de mujeres que aún no hayan llegado a la menopausia. Este medicamento fue aprobado por el FDA en el 2015 para consumo y comercialización en Estados Unidos; y hasta el momento su efectividad y ventajas para las mujeres tienen posiciones encontradas, generando acalorados debates de carácter médico, psicológico y cultural.
El Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo es oficialmente definido como “una deficiencia o ausencia de fantasías y deseo de actividad sexual. Este disturbio debe causar marcada angustia o dificultad en el trato interpersonal.” El diagnóstico de TDSH es el discernimiento clínico del personal de salud, basado en las características de la mujer, sus factores interpersonales, su modo de vida y su ambiente cultural”.
Según la revista “The Female Patient” y la Sociedad Norteamericana de Menopausia “cada mujer tiene su propia definición de lo que es el deseo sexual normal, basada en su cultura, su historial, experiencias sexuales y características biológicas. Además, conforme las mujeres avanzan en edad, es frecuente que se decline su deseo sexual y disminuya la frecuencia de sus relaciones sexuales. Muchos factores, incluyendo los de un incremento en la demanda de su tiempo (familia, profesión), a medida que su edad avanza, añadidos al mensaje cultural que las mujeres de mayor edad ya no son seres sexuales, pueden causar que dichos cambios sean todavía más problemáticos”.
La flibanserina se dio a conocer inicialmente como el viagra femenino, al retomar el nombre de un medicamento de uso masculino para denominar una pastilla para las mujeres, desconociendo que ambas pastillas actúan y tiene efectos diferentes. La flibanserina actúa a nivel del sistema nervioso central, mientras que el viagra es un vasodilatador. El viagra se toma poco antes del acto sexual y su efecto dura pocas horas, Addyi se debe tomar todos los días, haya o no relaciones sexuales.
El tratamiento con flibanserina no está indicado para mujeres que presenten un marcado bajón de deseo sexual por otras enfermedades físicas o psiquiátricas o por problemas de pareja. Tampoco lo es para aquellas que tienen problemas del deseo sexual después de la menopausia. Por ello, para su distribución y comercialización, las farmacias deben estar certificadas y se debe contar con prescripción médica.
La eficacia de la dosis de 100 mg de Addyi fue evaluada en tres ensayos controlados en 2,400 mujeres premenopáusicas con TDSH generalizado adquirido. La edad promedio de las participantes del ensayo fue de 36 años, con una duración promedio de TDSH de aproximadamente de cinco años. En estos ensayos, las mujeres contaron la cantidad de eventos sexuales satisfactorios, reportaron deseo sexual en las cuatro semanas anteriores (calificado en una escala de 1.2 a 6.0) y reportaron angustia relacionada con el bajo deseo sexual (en una escala de 0 a 4). En promedio, el tratamiento con Addyi aumentó la cantidad de eventos sexuales satisfactorios de 0.5 a 1 evento más por mes, hubo un incremento en el puntaje de deseo sexual de 0.3 a 0.4 y una disminución en el puntaje de angustia relacionada con el deseo sexual de 0.3 a 0.4. En los tres ensayos, alrededor de un 10 por ciento de pacientes tratados con Addyi reportaron mejorías significativas en los eventos sexuales satisfactorios, el deseo sexual o la angustia.
Al parecer la presión ejercido por la campaña Even the Score, del cual hace parte la casa farmacéutica que creó la flibanserina, fue más efectiva para lograr la aprobación de la FDA que los mismos resultados de la investigación que soportan este medicamento, ya que como evidencian las cifras, los efectos del Addyi fueron poco significativos.
Even the Score es una organización de la cual hacen parte 26 asociaciones que reclaman un trato igualitario para los problemas de disfunción sexual femenina, esta organización celebró la aprobación del medicamento denominándolo como un “avance para las mujeres”.
Por su parte, la Liga Nacional de Consumidores a través de su directora, Sally Greenberg dice que se trata del “mayor avance en la salud sexual de la mujer desde la llegada de la píldora anticonceptiva”. Según dijo, la aprobación de esta terapia es crucial porque “valida o legitima la sexualidad femenina como un importante componente de salud” y reconoce también que el TDSH “no es solo un problema psicológico o un reflejo de la presión cultural sobre las mujeres, sino una condición biológica que puede ser tratada con una medicación efectiva”.
Sin embargo, los detractores del producto farmacéutico subrayan que se aprobó un medicamento con "demasiados efectos secundarios y potencialmente peligrosos para tratar una condición médica con muchos interrogantes”.
Como una “mezcla de política, ciencia y dinero” ha descrito el proceso la psicóloga y terapeuta Leonore Tiefer, una de las más críticas con la aprobación de Addyi, una píldora que considera “poco segura y que ni siquiera funciona”. Ella es una de los 200 investigadores y terapeutas que le pidieron a la FDA en una carta que no aprobara este medicamento, debido al desequilibrio entre sus supuestos beneficios y las contraindicaciones.
"Hay muchas razones sociales, interpersonales, económicas por las que las mujeres pueden tener un bajo deseo, y hay muy poca o ninguna evidencia que demuestre que es el resultado de un mecanismo interno defectuoso, especialmente en relación con la química del cerebro", dijo la socióloga y profesora asistente de Estudios de Mujeres de la Universidad de Victoria en British Columbia, Thea Cacchioni. “Decirle a las mujeres que hay algo mal con ellas, y que una píldora les hará querer tener relaciones sexuales con su pareja —e incluso podría salvar su relación— no va a solucionar estos problemas subyacentes. Van a jugar con las inseguridades de muchas mujeres".
La efectividad del medicamento continúa en debate al igual que la promoción publicitaria del mismo. ¿Es realmente una respuesta a las necesidades e inquietudes sexuales de las mujeres?