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La historia de vida de la “Madre Alex”

Madre AlexA los 45 años de edad, “La Madre Alex” como le llaman quienes le conocen, tiene un cúmulo de historias y experiencias que contar, hoy comparte su historia de vida narrando episodios en los que ha sido víctima de discriminación por su orientación sexual, cuenta cómo ha logrado superar barreras para desarrollar su proyecto de vida y cómo aporta a su comunidad a partir del trabajo en su taller de marroquinería.

La Madre Alex” nació en Sincelejo, y desde su infancia evidenció que a su familia le molestaban sus gustos y expresiones: “las muendas que me daban eran terribles, cada vez me convencía que yo era diferente a mis hermanos y hermanas, eran los años 70 y la sociedad era muy complicada… desde niño me daban mucho palo porque me gustaban las muñecas”.

A los 10 años falleció su madre, quien a pesar de su severidad era su figura protectora. “Mi vida empeoró, la discriminación de mi propia familia era mi pan de cada día, yo era amanerado, fui abusado por un tío y un hermano… cada quien hizo lo que quiso conmigo, fueron dos años de tortura, hasta que a los doce años me fui de mi casa y me volé para Cartagena… me puse a trabajar en mercados cargando cosas, vendiendo en la playa, siempre ocultando mi homosexualidad, para que me dieran trabajo”.

En los años de su juventud, perteneció a las fuerzas militares, allí prestó el servicio militar y luego fue soldado profesional en la Armada Nacional, ocultando su orientación sexual “dure casi siete años como soldado profesional, sintiendo y amando a mi país. No tuve queja, ni llamada de atención, respete mi uniforme y tenía más de 57 felicitaciones… los fines de semana me iba para las discotecas en Cartagena y una noche un cabo me vio salir de una discoteca gay, cuando llegue al batallón… me dieron la baja sin darme explicaciones. Sentí que el mundo se me vino encima”.


Después de su salida de la Armada Nacional, llegó a Bogotá y trabajó en diferentes lugares como vigilante, auxiliar de bodega, en bares como portero, mesero, hizo show en transformismo, fue bailarín de estríper y luego ejerció la prostitución.

Durante esa etapa de su vida aprendió a conocerse y a entenderse, a luchar por sus derechos y por los derechos de personas que ejercen la prostitución “mi mamá fue trabajadora sexual, yo veía como llegaba muy cansada con los paquetes de comida en la mañana…. tal vez por eso soy una madre con las mujeres que ejercen la prostitución y con mis compañeras LGTBI… estoy ahí para ayudarlas y por eso me llaman la Madre Alex”.

Después de vivir en Europa una temporada, donde se transformó radicalmente para verse y sentirse como una mujer, “ Madre Alex” regresó a Bogotá y su vida dio un giro que cambió su historia “de ser todo un hombre, al llegar a Europa cambié… tuve prótesis y hasta lipoescultura en todo mi cuerpo, me sentía y me veía como mujer… las cosas no resultaron y volví a las calles del siete de agosto en Bogotá, conocí a una muchacha trabajadora sexual en una borrachera y nació de esa relación un hijo del que me enteré tiempo después. Llegó aquella mujer cuando el niño tenía un año y tres meses, me lo entregó y desapareció… después de una prueba de ADN me enteré que era mi hijo y adiós prótesis, adiós hormonas, adiós todo… yo me decía…va a crecer y cómo me va a llamar, mamá o papá, decidí entonces que él iba a saber que soy gay, pero que soy su papá”.

Un día decidió inscribirse en unos cursos de la Fundación Escuela de Artes y Oficios Santo Domingo, allí aprendió sobre marroquinería, luego presentó un proyecto productivo a Proempresas donde fue seleccionado, desde eso momento continuó participando con proyectos productivos y diseñando diferentes accesorios de marroquinería. Ahora participa en un proyecto de la Secretaría Distrital de la Mujer y La Corporación Mundial de la Mujer Colombia “sé que me van a ayudar a crecer en mi negocio…. Si por mi fuera, me dedicaba sólo a esto, necesito recursos para seguir ayudando a mi gente”.

Actualmente la “Madre Alex” vive de la venta de sus confecciones en cuero y del producido de un pequeño bar en el sector del siete de agosto, “el bar también es un refugio para las mujeres trans, es exclusivo para nosotras, tienen un lugar donde cubrirse del frio de la noche, donde estar mientras esperan sus cliente. Pararse en las calles tiene precio, yo no lo permito, yo voy contra eso… cuantas veces no pague por pararme en la calle, cuantas veces no me quitaron las pelucas en la zona rosa, en los años 90 o 95, hasta nos tiraban papas bombas, gracias a Dios las chicas trans de hoy son reinas en comparación a lo que me tocó vivir”.

El bar provee recursos para su fundación “Caminos de Renovación”, que desde hace tres años promueve la defensa y los derechos de la comunidad LGTBI, las y los trabajadores sexuales, población habitante de calle y personas que han salido de las cárceles “no tengo los recursos necesarios y no tengo ayuda del gobierno, pero doy lo mejor que puedo, ofrezco cursos de bisutería, marroquinería, manualidades, hacemos brigadas de salud, vacunación, exámenes de laboratorio; también damos 100 almuerzos los martes y 100 desayunos los miércoles, además les celebramos el día de los niños a los 250 hijos de las mujeres trabajadoras sexuales del sector”.

La “Madre Alex” ha enfocado su trabajo en mejorar las condiciones de vida a su comunidad y la salud es una de sus principales preocupaciones “aquí vienen mujeres de todos lados y ni siquiera tienen sisben… yo les presto hasta los recibos y las acompaño para que hagan la vuelta.

Aquí estamos expuestos a todo tipo de riesgo, a que nos apuñalen, he visto compañeras discriminadas por tener VIH, yo las llevo a los hospitales y me hago cargo. Este mundo es de soledad y no hay familiares, hasta hacemos recolectas para entierros… en esta vida hay mucha soledad, tengo muchas depresiones, uno como gay es solo y discriminado. Vida social no existe, no tengo a quien visitar, por eso siempre estoy cuando me necesitan las personas de la comunidad”.

L
a Madre Alex quiere seguir con su emprendimiento, fortalecerse y hacer crecer su negocio “yo toda la vida no voy a estar en bares, yo sé que voy a envejecer y quiero hacerlo dignamente, con una empresa y ojalá salirme de este sector; lo que le pido a Dios es que me dé para comprar una casa… además mi hijo quiere ser médico y ahora me toca esforzarme más para cumplir sus sueños”.


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Última actualización: 01/02/2016 15:52:00